miércoles, 21 de abril de 2010



UNA AVENTURA CON EL TIEMPO

Todo comenzó gracias a la curiosidad de Antonio, el hijo más pequeño de la familia Sánchez de la Torre. Con tan solo 7 años de edad, Antonio constantemente se preguntaba como se habían inventado muchas cosas que llamaban su atención y trataba de que su papá su mamá o alguno de sus 8 hermanos le ayudaran a encontrar la respuesta a cada uno de sus cuestionamientos. Ernesto el hermano mayor de Antonio lo conocía tan bien que día con día le preguntaba ¿Qué conocimientos nuevos descubriremos hoy?; Antonio solo reía y contestaba… varas querido hermano el día de hoy estuve observando a mamá, a papá, a cada uno de nuestros hermanos y a ti también, todos vueltos locos por una razón muy importante “el tiempo”, a todos se les hacía tarde para diferentes actividades, pero si te pones a pensar todos se preocupan por lo mismo. Mi pregunta es ¿A quién sele ocurrió eso de inventar el reloj?, Ernesto se quedó callado unos momentos y después le dio un libro y le dijo que ahí encontraría la respuesta.

Antonio se encontró con diferentes personajes, primero con el sol quien fue el primero en ayudar al hombre a medir el tiempo pero en la noche y en los días nublados no lo podía hacer, enseguida vino la clepsidra, que era un reloj de agua el cual media el tiempo durante la noche, en su ayuda vino la arena pero no era lo suficientemente preciso pues variaba el orificio de la caída y la cantidad de arena que contenía el reloj. Poco a poco se fueron haciendo más estudios sobre este invento hasta que llegó el reloj eléctrico gracias a Alexander Bain, seguido de un reloj muy divertido mejor conocido como el “Cucù”, pues tenía un pajarito que salía de su casita y cantaba muy lindo éste era de péndulo y sólo tenía un error de 5 min. diarios. Para mejorar la exactitud se creó el reloj cristal de cuarzo el cual sólo se adelanta o atrasa 3 segundos al año, finalmente se inventó el reloj atómico que es el más preciso que conocemos, pues su margen de error es de un segundo cada 300 años.
Después de leer todo eso Antonio quedó satisfecho y le dio las gracias a su hermano Ernesto, éste solo sonrió y le dijo que se hacía tarde para comer, ambos soltaron una carcajada y se dirigieron al comedor.

Elaborado por Rosalba Guerrero Ibarra.

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